viernes, 22 de julio de 2011

¿Por qué se habla de los mercados y no del mercado?





 Hay que decir como consideración general que esto es una bobada total. Me refiero a  esta idea de los mercados o el mercado como una cosa que nos amenaza. Pero ahora se habla como si fuera un agente exterior que tuviera vida propia y que nos causa esencialmente mal. Yo creo que se habla de los mercados para dar una sensación de miedo. “Los mercados nos atacan” parece más grave y más amenazador que si fuera uno solo. El miedo es una herramienta política milenaria y extraordinariamente eficaz. El objetivo de todo gobernante es conseguir que sus súbditos obedezcan. Una población asustada es muchísimo más fácil de dominar que una población que está serena. Si nos fijamos buena parte de la política a lo largo de la historia, incluida la nuestra, gira en torno al miedo. Podemos hacer cualquier tipo de relación, cualquier tipo de lista y tendríamos desde el miedo a la catástrofe climática, a la pobreza, a que los fumadores envenenen a los camareros en los bares, a que los conductores matemos a la gente, a que los seres humanos arrasemos con la naturaleza, a que los hombres impidamos  que las mujeres prosperen… vivimos en una sociedad en la que la base de la política es provocar enfrentamientos que no se puedan solucionar si los seres humanos siguen siendo libres. Con lo cual el resultado sería seguir recortando su libertad. Yo creo que por eso se habla de “los mercados que nos atacan”, esto es completamente infundado. No hay tal cosa como los mercados y desde luego no nos atacan. En cambio el mercado yo creo que es algo que se utiliza para controlarlo un poquito. Se dice que el mercado es bueno, pero tampoco puede ser totalmente libre porque ya sabemos cómo somos los seres humanos libres. De tal manera que cuando se dice el mercado, se le quiere dar algún tipo de juego. Se le permite o tolera  por ejemplo su capacidad de generación de riqueza, pero enseguida se dice: tengámoslo pero que no sea libre. Pongámosle impuestos, controles o lo que sea. Con lo cual el mercado se acepta como un bien condicionado al intervencionismo. Mientras que los mercados son malvados que nos hostigan y que animan a que los gobiernos recorten aún más nuestra libertad y nuestro dinero, naturalmente por nuestro bien.

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