La clave para salir de la crisis en la que estamos no está en la política como muchos piensan. La clave está en confiar en la gente y dejarla en paz para que pueda salir adelante. Hay que mirar un poco a la gente y tener esperanza en ella, aunque sea gente muy resistente. La gente está ahí y se pueden hacer cosas maravillosas. Muchas veces parece haber una fundamental desconfianza en la gente y si uno mira las consignas que se nos predican desde púlpitos, cátedras y tribunas sin fin todos los días, siempre son contrarias a la gente. Desconfían de la gente. Se piensan que la gente cuando nos dejan en paz hacemos cosas mal y entonces nos empobrecemos, nos explotamos mutuamente, nos maltratamos, contaminamos… entonces como somos tontos tiene que venir el poder político para ayudarnos. Esta palabra es terrorífica. Yo creo que hay dos grupos de políticos: los que joroban mucho y los que joroban poco. Pero es la gente la que saca a los países adelante. Para eso hay que confiar en ellos. Se puede confiar en la gente, se puede confiar en ese sustrato básico que tenemos las personas en el momento en que nos dejan en paz. Y además no es verdad que seamos tontos. Podemos tener valores mezclados, pero fundamentalmente lo que hay es una potencia que está esperando a salir adelante. Hay una famosa anécdota muy ilustrativa a la hora de tener las prioridades claras, para saber dónde está de verdad lo que cuenta, dónde está la fuerza de todos los países. Hace muchos años Margaret Thatcher fue a Italia en una visita oficial. Su anfitrión fue el entonces Ministro de Exteriores, el liberal Antonio Martino. Entonces se produce un diálogo espectacular entre ambos. Margaret Thatcher se encara con Martino y le dice: “Señor Ministro, su país es muy hermoso pero su gobierno es horrible”. Y Martino le responde: “Señora, sería mucho peor si fuera al revés”.
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