El gobierno, los empresarios y los sindicatos han llegado a un consenso en lo que han llamado “Acuerdo económico y social”. La ley general sobre el consenso es la siguiente: cuanto más se hable de consenso, mayor es el coste que quieren descargar las autoridades sobre sus víctimas. En este acuerdo es importante ese coste. Aquí hay un doble propósito de ocultamiento: en el caso de las pensiones el objetivo es ocultar que se quiere bajar las pensiones ¿Por qué se van a reformar las pensiones? Obviamente porque quieren bajarlas. En ese sentido la afirmación del ministro Valeriano Gómez diciendo que “dentro de 20 años las pensiones van a ser superiores a las actuales”, medidas en euros de hoy es una temeridad ¿Cómo puede saberlo si el sistema no va a cambiar? Va a seguir siendo esencialmente político, en dónde las autoridades van a determinar las dos variables fundamentales del sistema: las cotizaciones por un lado y las prestaciones por otro. Precisamente la divergencia entre ambas, es lo que lleva a la insostenibilidad del sistema y a la necesidad de reformarlo para bajar las pensiones. Esto, que se puede decir de manera muy clara, es muy importante ocultarlo y ese es el propósito de la primera trampa.
La segunda trampa tiene que ver con el paro: el propósito de la reforma laboral es esencialmente ocultar la responsabilidad de los gobernantes en el paro. Cuando un país padece la tasa de paro de nuestro país, es urgente tapar esa responsabilidad. Entonces el gobierno lo que quiere hacer aquí es jugar por un lado a decir que él no tiene nada que ver en esa tasa de paro y en segundo lugar que él la va a resolver. Ambas afirmaciones son engañosas. Por tanto, estamos ante una maniobra política en donde al parecer todo el mundo: políticos y los llamados de manera neofascista agentes sociales
-como si la sociedad tuviera necesidad de agentes- están empeñados en esta tarea y posiblemente lo logren.
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