Aquí - y con razón- nos quejamos mucho de la excesiva regulación de nuestros gobiernos, la cosa es general en toda Europa. He encontrado un caso que nos va a hacer sentir mucho mejor. Se trata de los Emiratos Árabes Unidos, cuya capital es Abu Dhabi. Los Emiratos Árabes Unidos a pesar de su importancia por el petróleo y demás, son muy pequeños, no llegan a 1000.000 de habitantes. De Abu Dhabi salieron el año pasado 350.000 fatuas. Las fatuas son decretos de carácter religioso, bueno, allí todo es de carácter religioso. El año pasado como digo, hubo 350.000, a un ritmo de 1000 diarias. Las fatuas cubren un espectro increíble. Por ejemplo: hay fatuas regulando las vuvucelas, el comercio de órganos de seres humanos, si se puede o no comer ajo antes o después de las comidas o en relación a la oración… es decir, cubren absolutamente todo. Cubren tanto, que naturalmente cubren la vida económica. Tanto es así, que el gobierno ha instalado un call center. La gente llama para enterarse de cómo van las fatuas. En cualquier cosa que uno haga se encuentra toda una jurisprudencia de fatuas regulándolo al milímetro. Van a contratar a 50 intérpretes más de la cosa religiosa, porque les desbordan las llamadas, de hecho han puesto en marcha un servicio que se llama fatuas económicas. Hay miles de ellas: desde los juegos de azar, las inversiones… todo está regulado. Por tanto vemos, que siempre se puede estar peor. El que no se consuela es porque no quiere.
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