Asociamos la crisis con la idea del ajuste. Todo el mundo habla de que hay que ajustar. Esto es correcto, pero hay que aclarar muy bien las ideas. Lo primero que hay que decir es que el ajuste del sector privado ya se ha hecho y se ve tanto en las cifras del paro como en las empresas que han cerrado. La estadística del año 2009 es tan terrible, que prácticamente no hay antecedentes en la historia registrada de nuestro país de un ajuste así, de una subida del desempleo tan pronunciada, de una actividad económica así ¿Por qué tuvo lugar este ajuste? Porque se pinchó la burbuja. La burbuja creada por los Bancos Centrales y estimulada por las autoridades de todo el mundo, llegó un momento en el que era insostenible. Se hace insostenible, estalla y descarga todo su peso sobre el sector privado. Cuando la economía española vuelva a crecer, que volverá a crecer, este crecimiento va a ser sobre todo gracias a ese ajuste que ha hecho el sector privado. Tiene mucho mérito y hay que reconocerle ese mérito y ese gran sacrificio que ha hecho en primer lugar los trabajadores y en segundo lugar los empresarios. Pero el ajuste no es solo privado, también tiene que ser público y ahí echo mucho de menos una disciplina que el sector público no ha tenido en nuestro país. Y no es que no lo haya tenido ahora, no lo ha tenido nunca. Si miramos la larga etapa de expansión, vamos a ver que el gasto público tendió a crecer sistemáticamente más que lo que crecía la economía. Esto satisfizo mucho a los políticos, que se tranquilizaron porque no había déficit. El déficit se fue reduciendo e incluso al final de la etapa de la burbuja hubo superávit. Pero el problema fue que el gasto público opera como esas ruedas dentadas, que giran muy bien en una dirección y con mucha dificultad en la otra. Por eso cuando estallan las cifras de la Hacienda Pública, los gobiernos se encuentran desconcertados, porque no saben qué hacer. No saben cómo reducir ese gasto público. De ahí que desesperados, intenten medidas como la reducción del sueldo de los funcionarios, la congelación de las pensiones o la reducción de la inversión pública. Si uno mira estos capítulos en dónde se va a contener el gasto público, uno podría argumentar que o no es justo o no es eficiente. Pero claro, tiene mucha dificultad reducir el gasto público. Quizás lo correcto hubiese sido plantear un ajuste de carácter general. No discriminar entre castigar a unos o castigar a otros, lo correcto hubiese sido plantear por ejemplo una reducción del gasto público en un 10% en todos los capítulos. Esto por un lado, y lo otro, lo que no hay que hacer nunca es subir los impuestos. Primero porque no hay que subirlos nunca, pero sobre todo no hay que subirlos en una época de crisis, que es precisamente cuando la economía está más golpeada, cuando más necesitan los trabajadores y los empresarios toda su capacidad para recuperar el crecimiento. Muchas veces se nos dice que el Estado tiene que subir los impuestos para aumentar la recaudación. Esto es bastante dudoso. En primer lugar puede ser que el Estado aumente la recaudación a corto plazo, pero a largo plazo disminuya. Esto es así porque los impuestos tienen consecuencias. Uno no puede esperar que el Estado imponga un impuesto o suba un impuesto y que no pase nada. Pueden pasar muchas cosas que impacten negativamente en la recaudación. Por ejemplo que la gente se escape. O por ejemplo que la economía decrezca y al final el conjunto de la recaudación disminuya. Por lo tanto en el caso del gasto público al igual que en el de los impuestos, el ajuste hecho por el sector público ha sido insuficiente y equivocado.
martes, 7 de junio de 2011
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